Aguas de trabajo y aguas de negocios: Extractivismo y conflictos territoriales

Resumen

El objetivo de este artículo es analizar el proceso de territorialización de las actividades económicas extractivas integradas entre el litoral y los sertones del Nordeste, con vistas a comprender el papel desempeñado por el control territorial del agua en el contexto de los conflictos en el espacio agrario. A partir de la investigación bibliográfica y documental, además del trabajo de campo en espacios productivos y comunidades campesinas y tradicionales, constatamos que la creación de una geografía lacustre artificial de las aguas que forman un curso controlado para el Río Jaguaribe en Ceará repercute en la reproducción de la naturaleza en un régimen de excepción que impone, a través de la violencia, circuitos extractivos hidrointensivos. La forma en que los sertones del Nordeste se insertan en los circuitos globalizados de reproducción del capital financiero impone la abundancia y la escasez de agua en una dinámica territorial marcada por una intensa disputa agraria. La materialización política de esta economía extractiva reduce el poder de articulación de los órganos representativos de las comunidades al incorporar mano de obra campesina o quilombola a las estructuras de cercamiento de las aguas. La reducción de las aguas del Río Jaguaribe en las regiones costeras ha sido el modo de producción de nuevos cercamientos en áreas de manglares muertos; el cautiverio de las aguas - una estrecha franja rodeada de agua - sirve para criar camarones en comunidades que han tenido sus espacios comunes cercados por parques eólicos. La inestabilidad económica del mercado frutícola irrigado exige un proceso permanente de expansión de las áreas de cultivo, lo cual ha llevado a la incorporación de los acuíferos como renta diferencial y capital constante. Las comunidades campesinas y tradicionales han redefinido sus acciones para desafiar esta lógica, posicionándose como productoras de una crítica al desarrollo.